16 de mayo de 2009

¿Cómo dice que dijo, mi estimado?

En el lenguaje cotidiano, la palabra falacia(1) suele ser utilizada como sinónimo de mentira; sin embargo, en términos de lógica formal dicha expresión sirve para señalar un argumento técnicamente incorrecto o que vale madres, como dirían los clásicos. Al respecto, veamos los siguientes ejemplos.
1. En la mesa redonda titulada Virtudes y excesos del periodismo en el Principado de San Mames, Jal., que con gran éxito organizó la Asociación Estatal de Redactores y Gacetilleros, uno de los participantes dijo en su intervención que la línea editorial del periódico El Verdulero resulta, además de reprobable, sumamente vergonzosa porque sistemáticamente le está moviendo el rabo al partido político del gobernador y a la familia de éste. Y para reforzar su dicho, el ponente se puso a leer algunos de los comentarios publicados en el citado medio de información.
El público, estupefacto y sin poder dar crédito a tanta desmesura, se escandalizó a tal grado que, frenético, empezó a gritar mueras a El Verdulero. Abucheos que esporádicamente eran opacados por las vulgares imprecaciones que un grupo de señoras que iban pasando por el lugar le lanzaban a un pobre reportero gráfico. Milagrosamente los gritos y exabruptos poco a poco fueron disminuyendo, hasta que por fin la calma regresó al salón donde se desarrollaba esta notable cuanto recomendable actividad cultural. Como sea, lo cierto es que los días fueron pasando y sobre el candente tema nada se comentaba en El Verdulero. Por fin, una semana después, los directivos del periódico dieron señales de querer reaccionar. Pero lamentablemente para ellos en lugar de dar una respuesta puntual, fundada y contundente a los dardos venenosos que abierta y públicamente les habían lanzado días atrás, estos señores decidieron responder con dos preguntas: "¿Qué calidad moral tiene esa persona para criticarnos?", "¿Quién se cree ese mediocre personaje para suponer que nos tomaremos la molestia de responderle?".
La falacia es evidente. Y es que para el caso que nos ocupa la calidad moral del criticón, así como su presunta mediocridad, eran temas absolutamente irrelevantes en la medida que no aportaban nada a la discusión y su único propósito era denigrar a la persona. Y sin embargo, respecto a las acusaciones que desataron esta polémica, es decir, sobre la proclividad del multicitado periódico por echar toda la carne al asador cuando se trata de lambisconear al gobernador y a su partido político, lo único que ofrecieron a sus lectores los reporteros, colaboradores, achichincles y directivos de El Verdulero fue un ominoso silencio que devino en vergonzante hermetismo.
2. Cierto dirigente sindical denunció en todos los medios impresos y electrónicos que le dieron oportunidad de hacerlo, la conspiración que sus enemigos (ciertos e inventados) organizaron con el propósito claro y evidente de vulnerar su capital político (mínimo e inventado), a través de complejas estrategias como la de andar repartiendo por toda la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez, casa por casa y de persona a persona, un panfleto donde se le acusaba de estar cobrando, desde hace más de quince años, la cantidad de veinte mil pesos quincenales sin trabajar.
El sujeto en cuestion, en lugar de reconocer que ya tiene un tiempecito cobrando sus quincenas sin merecerlas, mejor se puso a declarar que los ataques a su persona lo único que iban a lograr era provocarle un daño tremendo a la clase trabajadora en México...
Y como esta respuesta lo único que logró fue hacerme encabronar, mejor aquí le paro...
Nota:
1.
Una novedosa definición de esta palabra puede encontrarse en el Illustrated Dictionary, de Mary Grottos.
FALACIA
. Introducir el falo con engaños.
Verbi gratia: No te va a doler. La puntita nada más. Mañana nos casamos.

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