6 de junio de 2013

Lo que se informa, lo que se oculta

Según Michel Foucault "cada sociedad tiene su régimen de verdad, su 'política general' de la verdad: es decir, los tipos de discurso que acoge y hace funcionar como verdaderos o falsos; las técnicas y los procedimientos que están valorados para la obtención de la verdad; el estatuto de quienes están a cargo de decir lo que funciona como verdadero". De acuerdo con lo anterior, el mayor dilema para los periodistas, las empresas en las que trabajan y las fuentes que nutren de “noticias” a los medios, gira en torno a qué es conveniente informar y qué se debe ocultar. Este hecho no es malo ni bueno: simplemente, es. Sin embargo, cuando en una sociedad predomina la opacidad y no la transparencia, cuando el ocultamiento se ejerce desde una posición de poder para beneficio de quienes lo detentan, entonces estaremos hablando de autoritarismo. Ahora bien, el ocultamiento se convierte en corrupción cuando son los medios quienes lo fomentan y practican, porque al hacerlo benefician a sus propietarios. Es en esos casos, cuando el ocultamiento alcanza el rango de mentira. Según el periodista gringo Bill Kovach, lo más significativo de una sociedad democrática es que “a través de un proceso de ventilación pública de ideas, opiniones y deberes, se libera la energía y la sabiduría intelectuales de la gente… Si no hay una fuente de información creíble, el compromiso social es manejado por el rumor, el miedo y el cinismo. Y como todos sabemos, los cínicos no construyen sociedades libres y abiertas”, concluye Kovach.