24 de abril de 2009

Haciendo cola

Mi relación con algunos empleados bancarios ha sido por decirlo de alguna forma, contrastante. Por un lado, tengo la impresión de que estas personas piensan que quienes asistimos a dichos establecimientos somos inmensamente felices mientras esperamos que nos atiendan y por eso utilizan una y mil artimañas, con el objeto de retrasar nuestra llegada a las ventanillas.
Es por eso que, mientras esperamos gozosos nuestro turno, veremos que el empleado que se acaba de desocupar se levantará de su lugar y se irá a quién sabe dónde; o tal vez se pondrá a revisar quién sabe cuánta cosa; o habrá de entablar sabrosa platica telefónica con quién sabe quién, todo con tal de no atendernos y así podamos seguir disfrutando los placeres que nos proporciona hacer cola por horas interminables. Por mi parte, y al ver todo el esfuerzo que el personal bancario hace para que sus clientes podamos seguir felices de la vida aguardando nuestro turno en la fila, quisiera desde aquí decirles lo siguiente: -Gracias, muchísimas gracias, hijos de su…-
Moroso. Ahora bien, los que de plano no tienen a quien festejar el diez de mayo, son los empleados del banco que nos llaman todos los domingos, a partir de las seis de la mañana, con el objeto de recordarnos que “tenemos un adeudo y que por favor pasemos a pagar lo más pronto posible o la ira de Dios caerá sobre nosotros”. Lo peor, sin embargo, es que, luego de hacernos sentir como si nos hubieran sorprendido preparando nuestra huída, todavía se atreven a preguntar: “-¿Me podría decir por qué no ha realizado su pago?”
Banca voraz. El 3 de febrero de 2005, el entonces senador Oscar Cantón Zetina, hizo uso de la tribuna para denunciar los abusos sistemáticos que la banca comercial realiza desde entonces contra los usuarios de sus servicios. Entre otras cosas, dijo que «La falta de compromiso de la banca con el país es evidente, sólo les interesa la utilidad ventajosa, pues además de disparar los precios de sus comisiones, focalizó su prioridad crediticia en el consumo, con un claro desdén al apoyo que requiere la actividad productiva».
Cáigase con la comisión. Han pasado más de cuatro años desde que Cantón Zetina presentó su denuncia y sin embargo las cosas siguen igual, o tal vez peor.
En la actualidad, los usuarios de los servicios bancarios tenemos que pagara comisiones por consultar nuestro saldo; por retirar efectivo; por cambiar nuestro NIP; por haber bajado el mínimo requerido por la administración de la tarjeta; por abrir una cuenta; por cerrarla; porque no ha llovido; por la anualidad; porque está nublado; por reposición de tarjeta; porque ya llovió; por haber solicitado una tarjeta adicional; por usar el dinero plástico; por no usarlo; por quejarse ante el banco y emitir una reclamación improcedente; y recientemente se añadió una comisión más: por intentar sobregirar la tarjeta. Los usuarios, en todo caso, nos vemos obligado a pagar por un servicio donde lo menos importante somos nosotros mismos.
Las letras chiquitas. Por su parte, al comparecer ante la Comisión de Hacienda del Senado de la República, el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, dijo que resulta imposible fijar topes a las comisiones bancarias, pues en caso de que esto sucediera, posiblemente los bancos cobrarían más por otros servicios no regulados. En todo caso, el funcionario aseguró que el Banco de México ha tomado medidas para proteger a los clientes, entre ellas obligar a las instituciones a que informen las condiciones reales de los contratos, "lo que tiene que ver con la letra chiquita" y ha logrado que bajen los costos interbancarios. Sin palabras.

1 comentario:

Luis Fernando dijo...

Què onda, maestro: Te enviè a tu cuenta de correo electrònico tres mail, los cuales tienen tres cotizaciones para el libro.
Chècalos y me dices cuàl es la màs viable.
Saludos.
Y què pinches bancos tan culeros, la neta.