13 de febrero de 2009

Compasión por los demás

Según el politólogo Robert Wuthnow, para la cultura estadounidense la compasión por los demás es uno de sus valores más apreciados. En sus investigaciones, Wuthnow encontró que el 74 por ciento de la población consultada piensa que la asistencia a personas necesitadas es absolutamente imperiosa; mientras que el 24 por ciento la juzga bastante importante y sólo un 2 por ciento expresó que en realidad a ellos les viene valiendo madres el prójimo (en realidad no lo dijeron así, pero la idea es esa).
Y aunque son varias las instituciones las que se benefician con estas actividades civiles, en realidad es el Estado el más favorecido con ellas, pues al final de cuentas le vienen a significar un ahorro millonario.
Compasión e interés personal Sin embargo, nos dice Wuthnow, detrás de esa imagen virtuosa, en la sociedad estadounidense aún existen miles de individuos que no tienen quién se ocupe de ellos y otros no creen en la solidaridad de sus parientes, menos en la de sus vecinos. La paradoja obedece, afirma el investigador, a que los valores altruistas pierden su peso en el contexto de los demás valores que rigen la vida cotidiana de nuestros vecinos del norte. Valores que hacen referencia al individuo mismo y no a las demás personas.
En efecto, la libertad individual, el éxito y el interés personal, ocupan un lugar preponderante en el pensamiento de cada estadounidense. Este individualismo, sin embargo, ya no tiene como propósito lograr el éxito económico. En la actualidad el interés personal se entiende como el interés por la propia persona; es decir, «conocer nuestros más íntimos recodos, hallar formas de expresar lo que realmente somos y asegurarnos que nadie determine nuestros deseos y necesidades fuera de nosotros mismos».
Individualismo altruista Jack Casey es un joven estadounidense que trabaja voluntariamente para los servicios de emergencia. Ha salvado a mucha gente de edificios en llamas, ha rescatado conductores atrapados en vehículos destrozados, en alguna ocasión se arrojó al agua helada, vestido y sin chaleco salvavidas, para sacar a una mujer inconsciente. Además, Jack da clases de natación y salvamento, organiza programas de ayuda, da clases nocturnas de primeros auxilios y toma cursos de medicina de urgencia.
Wuthnow, sin embargo, descubre que no es la compasión por los demás lo que motivaba el altruismo de Jack, sino el deseo permanente de valorarse a sí mismo. Además, ser compasivo le proporciona ciertas gratificaciones que lo nutren sobre todo en el terreno de lo emocional: «Me encanta ser bombero, me divierte pisar el acelerador a fondo y bajar atronadoramente la calle principal, haciendo sonar la sirena... El camino hacia un incendio es un golpe de adrenalina... Cuando me coloco la máscara y entro corriendo al edificio en llamas, un estremecimiento estupendo, elemental, se apodera de mí».
En otras palabras, Jack practica un altruismo individualista en el cual la preocupación por lo otros, es en realidad una manifestación concreta de la preocupación por uno mismo: «En una urgencia médica -declara Casey- primero estoy yo, luego mi equipo y en tercer lugar el paciente». En síntesis, concluye Wuthnow, hay en este nuevo altruismo una gran dosis de interés personal que incluso penetra la dimensión terapéutica, en tanto la compasión por los demás, es una forma de autoconocimiento y un logro personal, porque en última instancia eso significa la posibilidad de «ser capaz de hacer lo que uno quiere».

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