28 de enero de 2009

Sobre la lectura

Daniel Pennac en su texto Los derechos imprescindibles del lector, nos comenta que, vista en su justa dimensión y con las excepciones que demanda la prudencia, es razonable profesar la idea de que a través de la lectura nos hacemos más humanos, es decir, que un lector perseverante será un espíritu libre, pero al mismo tiempo un espíritu solidario y respetuoso con quienes le rodean. Sin embargo, debemos tener cuidado en querer implicar con lo anterior que la gente que no lee es bruta por necesidad. En un contexto así la lectura se convertiría en una obligación moral que más tarde que temprano habría de desembocar en una práctica autoritaria donde alguien decidirá lo que debemos o no leer.
Por su parte, el antropólogo Néstor García Canclini ha señalado que vivimos en un mundo descuadernado, que provoca desencanto y escepticismo. Un mundo hecho con pedazos y sin continuidad histórica y que son los jóvenes quienes enfrentan esta circunstancia de manera más dramática, pues su vida transcurre entre la información y el entretenimiento inacabable, dentro de una realidad poco sistemática y ordenada. Su percepción es que los acontecimientos están desconectados y los saberes fragmentados. Son quienes estudian en fotocopias mal impresas que contienen capítulos aislados de obras completas, sin referencia bibliográfica alguna. Son esos mismos muchachos que Federico Campbell ha señalado que tienen todo el derecho a no leer, y no lo hacen porque ignoren las ventajas de la lectura, sino que integran una nueva generación a la que le resulta difícil comprender lo que leen porque son incapaces de representárselo. Pero también es cierto que frente a la complejidad de la realidad contemporánea, los adultos tampoco escapan a los novedosos retos que aquella les impone. En este sentido, la lectura ha perdido mucho de su carácter lúdico y placentero. Ahora se lee no para buscarle significados a los textos, tampoco para enriquecer el conocimiento. La mayoría de los lectores ‘modernos’ andan en busca de respuestas que iluminen cada una de sus existencias. Libros de autoayuda, libros de superación personal, libros para tener la capacidad de decir No, libros que ilustran sobre cómo satisfacer sexualmente a la pareja, libros para encontrar el camino de la paz interior. En fin libros-contestación. Libros que nos dicen cómo alcanzar nuestros propios objetivos y donde la solidaridad y la integración colectiva constituyen palabras que representan entelequias propias de un pasado lejano. Para los autores de estas obras el lector no es un individuo dueño de un repertorio de significados y representaciones simbólicas; es decir de una cultura que lo identifica y acerca con los demás. Desde su perspectiva, sus obras están dirigidas a consumidores en crisis, proyectos de individuos que estarán completos en la medida que, siguiendo sus consejos, se podrán integrar a la sociedad ‘global’ siendo hombres y mujeres exitosos.
Y por los tiempos que vivimos, ¿quién puede rechazar esa oferta?

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