6 de enero de 2009

Generaciones de furtivos

«El hombre es una pasión inútil», reflexionaba un joven francés de apellido Sartre, en el desolado ambiente europeo de la posguerra. Desde entonces, pareciera que el desencanto rige la percepción y el ánimo de las culturas juveniles. El escritor Jack Kerouac definió con exactitud esa insatisfacción y lo hizo con tanta profundidad que su razonamiento aún se encuentra vigente: «... somos una generación de furtivos, una especie de ya no poder más y una fatiga de todas las formas, todas las convenciones del mundo. Así es que creo que somos a beat generation, una generación exhausta, golpeada, engañada, derrotada». (José Agustín, La contracultura en México, Ed. Debolsillo, 2004) Existencialistas, beatniks, pachucos, rebeldes sin causa, hippies, pandillas, punks, cholos, bandas y tribus urbanas, fueron y son algunas de las expresiones contraculturales que han surgido como oposición a un discurso público que hace énfasis en las apariencias y oculta lo que es evidente. El cornezuelo del centeno. Experimentando con los alcaloides del cornezuelo de centeno, el doctor Hofmann y un colega, descubrieron la dilatilamida del ácido lisérgico, al que nombraron LSD25. Un día, Hofmann empezó a sentirse extraño y antes sus ojos apareció una especie de «juego calidoscópico de colores». Hofmann fue el primer piloto de un viaje que luego se conocería como sicodélico. Los hippies eran muy afectos a ellos, como estos vales querían hablar con Dios sin intermediarios, además de LSD, se metían peyote, mota, semillas de la virgen, mezcalina, benzedrina, dexedrina, metedrina y todo alucinógeno que les permitiera también cumplir con la conocida sentencia Turn on, tune in, drop out. Literatura provocativa. En su momento, los beatniks andaban tras la creación de una literatura provocativa, que definitivamente tocara fondo. Para «facilitar» este proceso el joven yonqui Allen Ginsberg gentilmente les sugirió a sus amigos hacer uso de algunas drogas con las cuales podrían encontrar nuevas formas de vivir y de «convertirse en grandes escritores». Así que le tupieron duro a las anfetaminas, la morfina, el opio, la marihuana, el alcohol y al mexicanísimo peyote. El propio Kerouac decía al respecto: «me gusta estar hasta la madre cuando se trata de estar hasta la madre». Saben quién eres. «No hay futuro... Cuando no hay futuro, ¿cómo puede haber pecado», les gritaba salvajemente el vocalista de los demoledores y explosivos Sex Pistols, Johnny Rotten, a todos aquellos que tenían la paciencia y el oído suficientemente macizo para escucharlos. Atrás había quedando la romántica época del Peace and Love, y ésta era sustituida por una honda desconfianza juvenil hacia el sistema: «Si sientes que alguien te sigue no es que estés paranoico, sino que ya saben quién eres», rezaba una de las frases más representativas de este denso periodo. Los punketos estaban asqueados de la familia, la religión, la escuela, el gobierno y todo lo que oliera a institucionalidad. Mientras declaraban que el amor era un «sentimiento bajo», se inyectaban heroína y tomaban todo tipo de fármacos, acompañándolos con alcohol, pues para ellos la vida no valía la pena. Con todo, pienso que en la actualidad quienes consumen drogas -sin importar la edad, el género o clase social- no quieren estimular sus sentidos, sino más bien de apendejarlos.

2 comentarios:

La libelula dijo...

A QUE TE REFIERES CON APENDEJARLOS? es decir, si tu quieres apendejar el sentimiento de la inseguridad , fumas marihuana y te sentiras inversamente proporcional al sentimiento inicial (egocentrismo)??? no lo creo!!!, mas bien pienso que las drogas lo unico que hacen es confundir tus sentimientos, liberarte de prejuicios y ser como eres, sin miedo a reproches, es como liberar alma, por unas horas!...estamos en la era de la decadencia, MORIMOS DE AMOR, DE SOLEDAD, DE TRISTEZA,,,es imposible sacar un teoria respecto a la eleccion de CONSUMIR DROGAS O NO HACERLO, las causas son diferentes en cada mortal!,,,

amor, paz y libertad

Sr. G dijo...

Yo hablé de apendejar los sentidos, no los sentimientos. Por lo demás, coincido contigo.