27 de diciembre de 2008

Pinche Agente Cov

Las autoridades de Villa de Álvarez decidieron darle una manita de gato a la avenida Ayuntamiento, porque ésta cada vez parecía más pista de motocross que vialidad urbana. Sin embargo, apenas los empleados municipales habían concluido los trabajos de rehabilitación, cuando de la nada surgió triunfal una cuadrilla de trabajadores de la Ciapacov, quienes en busca de un registro y haciendo uso de sus picos y palas se pusieron alegremente a madrear el pavimento recién colocado. Luego de hacer lo que tenían que hacer, colocaron nuevamente la tapa del registro en su lugar. Está por demás decir (y aquí acudo a los conceptos sociológicos acuñados por el pensador manzanillense Rabí Hernández) que esta mexicanada, al paso de los días, se convirtió en una verdadera cuachalotada. Fue mexicanada porque para poder sacar la tapa del registro, ésta la tuvieron que partir en pedazos, lo que estuvo bien. Lo que estuvo mal fue que al concluir los arreglos en lugar de colocar una nueva, y de volver a pavimentar como se debía, un trabajador perdió valiosas horas de su vida armando el rompecabezas en el que había quedado convertida la multicitada tapadera. Cuando la tuvo medio armada, la rellenó de pequeñas piedras, luego le puso un poco de arena que fue a traer del campo de futbol y para que amacizara la mezcla le aventó un escupitajo que distribuyó con su pie derecho por toda la superficie “arreglada”. Fue cuachalotada porque así la dejaron dos días, a pesar de que le pregunté a uno de los empleados que si así iban a dejar las cosas, para que éste me respondiera: -No, ahorita regreso a tapar bien el portillo, no me dilato nada-. Tan se dilató este hombre que en esa área hubo varios conatos de accidentes, una camioneta cayó en el registro y a mi me tuvieron que dar una sobada por la incertidumbre en la que viví durante más de 48 horas. Con todo, espero que le pongan un ayudante al Agente Cov para que lo apoye en las tareas de supervisión interna, ya que el justiciero anda muy ocupado regañando a las señoras que barren sus banquetas con el chorro del agua.

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