15 de abril de 2010

Mobbing o acoso sicológico en el trabajo

En la década de los sesenta del siglo pasado, el etólogo Conrad Lorenz observó que en algunas especies animales los más débiles del grupo se aliaban para atacar al más fuerte con el único propósito de someterlo por considerarlo peligroso. Tal vez sin proponérselo, con sus investigaciones Lorenz sentaba las bases de lo que veinte años después habría de conocerse como el fenómeno del mobbing o acoso psicológico en el trabajo. Efectivamente, a mediados de la pasada década de los ochenta, otro investigador, el alemán Heinz Leyman, mientras estudiaba varias organizaciones empresariales, se encontró con algunas situaciones que le llamaron poderosamente la atención. Leyman pudo observar que en determinados centros de trabajo una persona o un grupo de personas, sistemática y recurrentemente, aplicaban violencia psicológica sobre otros individuos con la finalidad de destruir sus redes de comunicación, su reputación o perturbar el ejercicio de sus labores, provocando que sus víctimas terminaran abandonando el empleo. A este fenómeno se le ha conocido desde entonces como mobbing. El mobbing es un tipo de violencia que inicia con ciertos rasgos simbólicos, pero que invariablemente termina expresándose en formas muy concretas, pues incluso logra producir importantes trastornos físicos y psíquicos en las víctimas, obligándola en muchos de los casos a recibir asistencia médica y psicológica. Así, nos encontramos ante un tipo de agresión extremadamente sutil como perversa, ya que se trata de un comportamiento premeditado, que se ejecuta según una estrategia minuciosamente preconcebida cuyo objetivo es anular a la víctima. En el mejor de los casos, se trata de una cacería ya que la persona objeto de acoso “pierde su autoestima, ve mermadas sus capacidades profesionales, sus relaciones personales en el entorno laboral y se autodestruye moralmente”. Máquinas demoledoras. Los acosadores ponen en marcha su maquinaria destructora porque sienten celos o tienen envidia no tanto por los bienes materiales de la víctima, como por sus cualidades personales: inteligencia, personalidad, profesionalismo, ecuanimidad, etcétera. El acoso laboral se manifiesta sobre todo cuando se incorporan a los centros de trabajo nuevos empleados –más aún si estos son jóvenes y preparados-, pues constituyen una amenaza real para las aspiraciones del acosador y a veces hasta para su permanencia en la organización. Perfiles. Las víctimas suelen ser personas con un elevado nivel ético, son honradas, autónomas, destacan por su iniciativa, poseen una alta capacitación profesional y suelen ser populares entre sus compañeros. Los acosadores, por su parte, tienen una personalidad que destaca por tener alterado el sentido de la norma moral, son agresivos, cobardes, mentirosos, compulsivos, profesionalmente son mediocres y suelen tener complejo de inferioridad. ¿Conoces a alguien así en tu trabajo?

2 comentarios:

ferrrioni dijo...

Tengo 26 años en el servicio público y sí, hay gente así, depredadores es su denominación correcta.

Paulina Valdez dijo...

Mi exjefa era una verdadera perra... pero no sólo en el trabajo, tenía la capacidad de trasladar eso mismo a mi vida personal.

Honestamente no sé cómo resistí los dos últimos meses y aguanté como campeona hasta que al fin decidió liquidarme "casi" conforme a la ley.

Mi tíos aún trabajan para ella (son sus contadores) y ha habido ocasiones en las que me llaman para preguntarme por documentos o cuestiones laborales que ya nada tienen que ver conmigo... o sea??? Con toda le pena de mi corazón me he negado enérgicamente a recordar un solo detalle de lo que me preguntan; ahora han dejado de "molestar".
¿Pues no que yo no valía lo que costaba?