
Para el autor, un refranero como el que nos presenta es la manifestación evidente de que el siglo pasado fue un siglo deslumbrado por la textualidad, cuya máxima expresión se puede encontrar, precisamente, en los refranes.
A continuación, algunos ejemplos de estas maravillas verbales, producto del habla popular, un hablar "barroco que, como el nuestro, se fascina por el juego de sonidos que, intercalado en el proceso de una argumentación, le rompe el ritmo y hace fijar la atención, amén de, en algunos casos, adornarlo".
- A la madera se le busca el hilo, a los pendejos el lado.
- A veces me siento y pienso, a veces nomás me siento
- Ahora con tambor, porque con violín se atora
- Al más pelón le arrastra la trenza
- Al que le gusta el chicharrón con ver el puerco se alegra
- Anda que ya se le quema la cazuela
- Apenas oyen tronar y ya quieren calabacitas
- ¡Ay, chaparros como abundan, parece que los escupen!
- ¡Ay, chingado... como dijo el educado!
- Cuando habla la gente grande, no mete el hocico el puerco
- Cuando el burro se pandea, señal de que está pasmado
- Es bueno ser algo feo, pero no tan cacarizo
- O me entierran pronto o les apesto el pueblo
- No es por ai' María, voltéate
- No sacudas tanto el chile, que se le cae la semilla
- Nomás que levante el tiempo le damos vuelo a la hilacha
- Soy pendejo pero Dios me ayuda
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