4 de enero de 2010

Cuando las palabras seducen

Las palabras, según Alex Grijelmo, “no sólo significan: también evocan”. Esta capacidad, afirma, tiene su origen en la historia que ellas van acumulando a través de su uso en el tiempo.
Con el lenguaje damos testimonios o revelamos cosas a los demás; sin embargo, no es casual que para hacerlo elijamos tales o cuales palabras, pues muchas veces ellas cumplen una función implícita: la de juzgar los hechos que estamos comunicando.
Alguien que quisiera descalificar al compañero de trabajo que le disputa un ascenso, sabiendo de las fuertes convicciones profesionales de su contrincante, lo podría definir como un empleado tenaz, pero también podría decir de él que es un empleado muy testarudo. La diferencia es notable.
Si hay palabras que juzgan, también existen otras con las que expresamos poder o sometimiento. Por ejemplo, acudimos al banco a pedir un crédito y la institución financiera analizará si nos lo concede. No obstante que, en esencia, dicho crédito vamos a comprarlo y ellos a vendérnoslo, al nosotros pedir y ellos al conceder, de antemano nos pone en una situación de subordinación, de tal manera que os veremos obligados a dar explicaciones de nuestro pasado, de nuestras relaciones personales, de nuestros ingresos, de nuestro trabajo o de cualquier otro misterio de nuestra vida que aquellos quieran develar.
Cuando las palabras seducen. Más allá de la pobreza o riqueza de su lenguaje, quien lo emplea tiene la posibilidad no sólo de convencer sino de seducir a quien lo oye. Es decir, las palabras también pueden ser utilizadas como instrumento para manipular a los demás.
Al respecto Grijelmo señala: «El lenguaje, pues, tiene efectos en la mentalidad de la gente como se sabe desde hace tiempo. Sobre todo cuando no apela a la razón y el conocimiento, sino que consiste en una prestidigitación verbal que saca palomas de un sombrero y hace desaparecer pañuelos de colores de manera que, como no se aprecia el truco a simple vista, todos dan por bueno lo que el mago presenta. Así continuará sucediendo, porque los engaños colectivos mediante el uso de la sugestión de las palabras no se detuvieron nunca en la vida pública de ningún lugar».
¿Y tú qué opinas, entrañable y agraciad@ lector?
Yo, como decía Capulina, digo que puede ser, a la mejor, quién sabe...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Quiero agradecerte por tus fotografías tan bonitas, por tus pensamientos, anécdotas y demás, que son divertidos, profundos, tiernos... me hacen muy, muy feliz, todas las mañanas entro a tu blog a ver si tienes algo nuevo. Tú no sabes quién soy. Yo tampoco se quién eres tú, pero siento que eres un amigo muy querido, "por sus post lo conocereis" jajajaja, se nota que eres un gran tipo en verdad. Te deseo un año muy felíz.
ANA

ferrrioni dijo...

Carnal, yo pienso lo mismo que Ana, con la diferencia de que somos viejos conocidos; pero no puedo decírtelo con las mismas palabras so riesgo de parecer puñal, mejor "ai le dejo".
Recibe un afectuoso saludo.

Sr. G dijo...

Ana, agradezco tus palabras. También deseo que tengas un excelente año.

Ferrioni, no te reprimas... Jejeje.