Ayer, como a las dos y media de la tarde, iba caminando muy quitado de la pena por una de las calles del centro de la ciudad cuando de pronto, al llegar a una de las esquinas donde confluyen las calles Reforma y Nicolás Bravo, observé a una simpática pero agobiada ancianita pidiéndole a un taxista que la llevara. Lo que alcancé a escuchar fue lo siguiente:
Taxista: -¿Para dónde va, señora?-.
1 comentario:
La viejita traía patineta, namás quería un jaloncito.
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