1 de mayo de 2009

Gente que se impacta

Hace algunos meses, el entonces presidente del Sistema Integral de Transportes (Sintra), José Luis Carrasco Mesina, en una entrevista concedida a un periódico local, informó que en la zona conurbada Colima-Villa de Álvarez se registraban al año cerca de dos mil 500 accidentes viales, los cuales, afirmó Carrasco Mesina, tuvieron lugar debido a la falta de pericia de los conductores, quienes “se impactan contra los camiones urbanos, lo que genera pérdidas hasta por tres millones de pesos anuales. Además -continuó diciendo- “hay automovilistas que no conocen ni papa de señalización, lo que provoca que a cada rato se anden impactando contra lo que se les pone enfrente, o se les impacten en la parte trasera de su auto".
No obstante lo anterior, y reconociendo que el experto en el tema es Carrasco y no su servidor, albergo serias dudas sobre la supuesta proclividad de los conductores colimenses a “impactarse contra los camiones urbanos”, pues creo que nadie en su sano juicio sale de su casa, se sube al auto y luego va por la calle con la idea fija de buscar un camión con el cual estrellarse. Seguramente no faltará quien diga que eso creo yo, pero que si pusiera un poco más de atención me daría cuenta que por las calles y avenidas de Colima y Villa de Álvarez anda mucho loco tras el volante, por lo que don José Luis tiene toda la razón. Ahora bien, si este hipotético argumento alguien me lo echaran en cara, entonces yo le respondería que sí pero no. Porque es verdad que son muy altas las probabilidades de encontrarnos en el tráfico citadino con individuos desquiciados que convierte sus vehículos en peligrosos bólidos; pero también es cierto que, en el caso de estos acelerados automovilistas, estamos hablando de gente loca, no pendeja.
Ahora bien, según mi propia experiencia si en este mundo existieran acaso individuos a los que les gusta andarse impactando “contra lo que se les pone enfrente”, esos serían nada más y nada menos que los chóferes de los camiones urbanos. Y, como ejemplo pongo a los conductores de los camiones marcados con el número 69, uno, y el otro con el 223 (ambos sin razón social), que una noche cualquiera andaban como enyerbados disputándose el pasaje. Convertidos en verdaderos cafres, estos dos primates circulaban como a eso de las 20:30 hrs., por las avenidas Tecnológico y María Ahumada, pasándose los altos por el arco del triunfo, echándoles la lámina a los demás automovilistas, parándose intempestivamente, correteándose uno al otro, en síntesis, andaban como si no les cupiera una calilla. Y esta anormal conducta, la cual debiera ser sancionada, parece que es un requisito que deben llenar los aspirantes a conductores de las hoy popularmente llamadas rutas.
La seguridad de las góndolas. Siguiendo con el mismo tema, y como no queriendo quedarse atrás, el entonces director de Transporte del Gobierno del Estado, informó por su parte que el incremento de accidentes automovilísticos también está vinculado al diseño de las vialidades existentes en nuestra ciudad, y que esta circunstancia “corresponde a un problema de planeación de hace muchos años, ya que en aquel entonces las autoridades determinaron hacer las calles al estilo español, es decir, calles muy angostas”.
Luego de leer esta declaración me quedé pensando en que otro gallo nos cantaría si en lugar de un español nos hubiera conquistado algún italiano, de esta manera las calles podrían haber estado diseñadas al estilo veneciano y, como ya se sabe, el transporte en góndolas es tan seguro, que hasta sus conductores van cantando mientras las tripulan…

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